Este Malhechor estaba a punto de morir.
Era un varón sabio, que asentó cabeza, y este lo hizo en sus últimos momentos de su existencia.
Sabía que necesitaba ayuda, y clamó al único que le pudo ayudar, es decir
el Señor Jesús.
Jesús no rechazó a este criminal, escuchó las débiles palabras que salían de aquel muribundo, y las recibió con mucho amor y ternura.
Le concedió en una vez el perdón de todos los crímenes y pecados que había cometido, y además le concdió la "Vida Eterna".
El maestro mismo lo confirmó diciendo: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso.
Sólo en Jesús, el Salvador, tenemos Seguridad Eterna.